18 de junio de 2012

Poema de rol (III): Allanadores de morada

ALLANADORES DE MORADA 

por Jackson Tegu


Preparativos
Dos jugadores que no vivan juntos
Un reloj para cada jugador
Las casas de los jugadores

Se asume que las casas tiene líneas de teléfono fijas (Si no, tendréis que improvisar con vuestros teléfonos móviles).

El poema durará 13 minutos, cronometrado de forma independiente por los 2 jugadores.

Preludio
Lee el texto siguiente antes de jugarlo. No lo consultes durante el poema, sólo toma lo que recuerdes y úsalo.
Los dos jugadores están fuera de sus casas, idealmente juntas, en alguna parte. Se entretienen como sea (de nuevo, idealmente) y antes de volver a sus respectivas casas toman tres decisiones:
1) La hora a la que empezar a jugar
2) a qué hora hacer una llamada de teléfono (idealmente a los 7-9 minutos de comenzar el juego), y
3) cuál de los dos hará la llamada.
Entonces los jugadores sincronizan sus relojes y se van a casa.

El Poema
El juego comienza cuando estés en las afueras de tu casa y en algún otro sitio, tu compañero está en las afueras de su casa. Permanece allí de pie, algo distraidos. Mira tu reloj a menudo. Cuando el minuto indicado termine y el juego comience, te transformas. Te conviertes en el ideal poético de un ladrón: metódico, cuidadoso e infalible; llevando el disfraz perfecto. Pareces exactamente igual a la persona que vive en ese edificio de ahi, el edificio que estás a punto de allanar.

Date una vuelta durante un par de minutos más, en la calle, asegurandote de que nadie te vigila; intenta moverte como la persona de la que estás disfrazado. Cuado esté tranquilo, ve a la puerta del domicilio, saca la copia de las llaves que has hecho y mantén la calma hasta que encuentres la que funcione.

Entonces entra.

Intenta hacerte una idea rápida del diseño de la vivienda. Así que esto es el salón, ahí, al final del pasillo- ¿eso es el cuarto de baño? Y evalúa los objetos con tu mirada precisa. Todas esas cosas, desde el mueble caido hasta el bolígrafo junto al teléfono, todos ellos han sido colocados allí por alguien, seleccionados entre otros parecidos usando algún criterio concreto. ¿Puedes imaginar ese criterio? ¿ Y vive tu víctima con otras personas? No lo sabes. ¿Hay alguna señal entre los objetos que podría insinuar múltiples habitantes, insinuar varios decoradores?

No hay tiempo que perder. Recuérdate tu objetivo y empieza a buscar. Explora, y recorre las habitaciones con ojo crítico. No estás quí por los DVDs, ni las joyas, ni los portátiles; aunque esas cosas pueden tentarte. Buscas comprender, muévete de sala en sala. El baño, la cocina. Busca para comprender. Si hay varios dormitorios, dictamina rápidamente cuál tiene una discrepancia entre ellos. Tu víctima no pretende ser alguien que no es, al contrario que tú. Escoge uno y entra en él. Mira alrededor. El tiempo apremia y debes encontrar el lugar de la casa que representa más intensamente a tu víctima. Ve allí.

Quédate de pie en el medio y mira cuidadosamente, sin tocar anda. Alguien vive realmente de esta manera. ¿Por qué está esa cosa puesta ahí cuando es tan obvio que debería estar en ese otro sitio? Atrévete a adivinarlo. Visualízalo. No hay forma de estar seguro.

Así que en algún sitio de por ahí, puede que escondido timidamente, está le objeto que más le gusta a tu víctima, el objeto que le representa completa y exactamente. Empieza tu búsquedad con cuidado y luego muévete con más pasión. ¡Debes encontrarlo!

¡Pero estáte atento a tu reloj! Estás esperando una llamada, o tienes que hacer una. En cualquier cosa, alcanza el teléfono pronto. Da una vuelta, asegurándote de que la línea no estará en uso. Pide perdón si alguien quiere usarlo, pero sé firme. Esto es importante. Si tienes que contestar, cógelo al primer tono.

Este es el guión de la conversación:

EMISOR: ¿Lo has encontrado?
RECEPTOR: Aún no, pero estoy cerca. ¿Y tú?
EMISOR: Lo mismo.
RECEPTOR: Hay que darse prisa, no tenemos mcuho tiempo.
EMISOR: Será suficiente.


Es importante que el guión se mantenga exacto. Los ladrones pueden permanecer al teléfono, oyéndose respirar, pero no puede decirse nada nada más.

Y luego, cuelga.

Vuelve al trabajo de inmediato. Buscas para comprender. ¿Qué CD hay en el reproductor? ¿Qué libros han sido más manoseados? ¿Qué ropa hay? ¿Qué recuerdos hay expuestos? ¿Hay correo personal tirado por ahí? No hay tiempo para leerlo, pero revisalo. ¡Rápido, rápido! El tiempo se acaba, ¡oh, tienes que irte!
Y justo-
Justo cuando tienes que irte de inmediato-
Ah.
Ahí está.
Lo coges, cuidadosamente.
Casi no puedes creerlo, pero sí.
Ahí está.

Guárdatelo, sonriendo, echa un último vistazo alrededor. Sal pitando de allí.

Sal a la calle, moviéndote rápidamente, con prisa. Sácalo de tu bolsillo y estudialo mientras te mueves. Qué cosa tan extraña y asombrosa; tan simple, con tanto significado.

Vigila tu reloj. Cuando te falte un minuto, intenta guardarlo de nuevo en el bolsillo, pero se te cae accidentalmente. Evita darte cuenta de que se te ha caido sigue caminando cuatro o cinco pasos. En este instante el ladrón sale de tu vida para siempre, date la vuelta y vuelve a ponerte en tu piel. El personaje se ha ido y tú estás caminando a casa y-

¿Qué es eso que hay tirado en la calle? ¿No es esa cosa tuya? Te acercas a mirar y sí, sí que lo es. ¡Qué curioso que haya llegado a parar aquí! Quizás miras alrededor, quizás lo sujetas con tu mano mientras sigues de vuelta a casa. Y cuando el tiempo se acaba, el poema termina y has vuelto a tu hogar. Entra en tu entorno familiar, respira los aromas familiares. Pones tu ojeto donde lo pones normalmente, deteniendote un momento por el extraño vagabundeo que ha sufrido tu  posesión. Y luego sigues con tu vida.

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