Si hay algo que no me ha gustado nunca en todas las partidas que hemos jugado ha sido el dinero. Odio el dinero en todos sus aspectos. En multitud de ocasiones he jugado en aventuras en las que mi personaje se veía involucrado en una negociación de mercancías o necesitabamos conseguir una desorbitada cantidad de dinero con algún objetivo... y me he aburrido. Soy consciente de que es algo irracional y que el juego de rol por antonomasia, el D&D, tiene como uno de sus objetivos primordiales el conseguir tesoros, pero no puedo evitarlo.
Conseguirlo mola, venderlo no.
Los personajes con un trasfondo económico (comerciantes y demás ralea) me dan tirria y, siempre que puedo y el juego lo permite, me hago personajes sin preocupaciones monetarias. Esto puede significar tanto personajes vagabundos con tal desinterés por el dinero que son pobres pero felices, hasta ricachones (si el juego permite adquirir Ventajas o Méritos siempre intento adquirir Riqueza a un nivel alto) que no tienen la necesidad de preocuparse en ningún momento por ninguna complicación económica.
Las escenas relacionadas con la economía también me resultan horribles. Sólo con pensar que voy a tener que malgastar una hora visitando tiendas para comprar el equipo necesario para salir a explorar un dungeon me echo las manos a la cabeza. ¿Es esto divertido? ¿Es algo emocionante? ¿Hasta qué punto es necesario regatear con el herrero por esa espada bastarda tan normalita?
Si se trata de la aventura completa la que involucra un aspecto monetario el tema no tiene que ser tan grave. Si el grupo de juego consiste en un equipo de comerciantes que vende mercancías por todo el continente no tiene por qué aburrirme, pero lo malo es que esto siempre lleva a una/s terriblemente aburrida/s escena/s de negociacion donde se discute airadamente por el precio en el mercado de la coliflor.
Worst.Place.Ever.
No digo que las aventuras no puedan estar ambientadas en ciudades y pueblos, ni que aborrezca las escenas sociales ni mucho menos, sólo que andar sumando monedas de cobre en mitad de una partida me aburre soberanamente.
Sé que en este caso no tengo la razón, pero es algo que no puedo evitar.
4 comentarios:
Pues yo no veo tu queja tan descabellada. Yo suelo dejar ese tipo de cosas para fuera de la mesa, solucionándolas por correo electrónico.
A nosotros nos cuesta quedar para jugar, como imagino que a todo el mundo, y cuando jugamos queremos que la energía esté al máximo y que se desarrolle la historia. Y desde luego las escenas que planteas no son el escenario ideal.
Un saludo.
Tienes razón, pero a veces te encuentras con escenas similares en mitad de una partida, y sólo hace falta un jugador y la "buena voluntad" del máster para que la escena se eternice inútilmente.
Ejemplo:
DM: "El conde os ofrece investigar la Mina Abandonada"
PJ: "Bien, voy de compras: quiero una espada larga, una cuerda, 4 antorchas, dos bolsa de enmarañar y una mula."
DM: "El herrero te pide 80 po por la espada".
PJ: "¿Qué? Es un robo. Le ofrezco 20"
DM: "No bajará de 60 po"
PJ: "30 y una piel de lobo"
DM: "Tira Regateo..."
Cierto, cierto.
Creo que nunca olvidaré aquella traumática partida en los Reinos Olvidados en que un jugador se pasó las dos horas de partida preguntando cuándo íbamos a volver al pueblo para vender lo que saqueamos a los cadáveres de los monstruos. Había momentos en que aquello parecía el Diablo 2...
Peor esa partida de ESDLA en la que los jugadores se dedicaban a "empelotar" todo lo que mataban para vender el equipo. Si asi es estamos interesados en vender 14 taparrabos de gnoll y 14 lanzas...
Publicar un comentario