9 de abril de 2008

Al final, el infierno (IV)

Epílogo

La ciudad se ha recuperado, pero hay un estado de sitio, el ejército patrulla las calles y las fronteras se han amurallado ante el “ataque terrorista biológico” que sufrió Nueva York. La gente es más triste, más silenciosa, más lúgubre. El Submundo Ocultista de NY ha desaparecido por completo. Los susurros sobre los Durmientes comienzan a circular.

Huston y Bob continúan trabajando para la Nueva Inquisición. Su jefe, Alex Abel, es fácil de temer y admirar. No parece malvado aunque es el máximo exponente de “el fin justifica los medios”. Huston, en calidad de adepto, tiene altas posibilidades de ascender. Bob, tiene muchas víctimas que matar. Por el momento, están asignados a la investigación del paradero de la Ascensión de la Magdalena, aunque nunca encontrarán nada. Y mejor así, porque no hay nadie mejor que los Caballeros del Grial para proteger el cuadro.

Irvin se ha ido gastando sus ahorros en viajar por todo el globo. Dentro de un tiempo, una depresión producida por el síndrome del superviviente le hará visitar a un psiquiatra que le internará en un centro de salud mental. Saldrá al cabo de tres meses, cuerdo y sano para empezar desde cero.

John Ming ha desaparecido del mapa. No han encontrado su cuerpo, pero tampoco nadie le ha visto con vida. Lo que es seguro es que después del incidente consiguió una deliciosa Carga Mayor y Dios sabe qué hizo con ella.

Melissa abandonó la Secta de la Diosa Desnuda y trabaja de camarera en un bar de carretera. Con el tiempo, volverá al redil de la pornomancia.

Leonard sigue en NY. Ha ayudado a reconstruir la ciudad y se siente feliz ayudando a la gente. Es de los pocos que no han perdido la esperanza.

Pero cuatro meses del incidente, el grupo de amigos se vuelve a reunir en casa de Irvin y reciben una extraña visita. Primero aparece la familia de Barney Kubicky, el dipsomante amigable, con señales de haber sido maltratados. Luego aparece el propio Barney, borracho e irascible. Finalmente, una última persona aparece: el Sheriff Ragoczy (número de placa 333).

Sí, es el mismo sheriff que conocieron en su primera aventura juntos, en un cruce de carreteras dónde vivieron unas extrañas experiencias junto a un tal Bill Toge.

Tras convertir a la familia Kubicky en montones de basura y asegurar que nunca habían existido, dice que les ha estado observando y que tienen que hacer una tarea por él: si alguna vez Ragoczy (que se ha presentado como el primer hombre y se supone que el último) intenta destruir el mundo, ellos tendrán que realizar un ritual (que consiste en que una persona debe recitar unas palabras y asesinar con un cuchillo a otra, todo de forma voluntaria).

Luego, el sheriff se va.

Por si alguien se interesa en investigarlo, Ragoczy es uno de los pseudónimos por los que se conoció al Conde de Saint-Germaine.

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