Los cuatro miembros del grupo aceptaron, cada uno con sus propios motivos para encontrar y explorar la tumba. Isar, el Forjador enano [Primera Creencia:Debo encontrar una gema de bella factura para adornar mi martillo], y Alanna, la delincuente humana [Primera Creencia: Conseguiré dinero suficiente como para comprarme una buena ballesta], pasaron la noche en la posada, mientras que los dos rátidos, Sirnias "Costras" el albino mago [Primera Creencia: Queiro saquear la Cripta del Mítico Mago Namaroth], y Goward el salvaje explorador [Primera Creencia: Necesito cazar la cabeza de un monstruo para conseguir la mayoría de edad de mi pueblo] tuvieron que conformarse con pasar la noche en las calles.
A la mañana siguiente partieron hacia Altaluna, el pueblo más cercano a la tumba de Namaroth y allí, tras encontrarse con un grupo de niños curiosos, decidieron preguntar al sacerdote en busca de información, aunque a este último no le hizo mucha gracia descubrir que unos saqueadores de tumbas merodeaban por su pueblo y les expulsó, manifestando su claro desagrado hacia los enanos.

Tras evitar la trampa, pudieron subir la verja y seguir su camino hasta una habitación llena de glifos, en la que Sirnias pudo descifrar que las tres tumbas que guardaban en sepulcro de Namaroth eran las de sus guardianes y no las de sus seguidores como les dijo Karathos.
Siguieron la exploración y llegaron a una sala circular con un foso de estacas, al otro lado del foso había un rostro esculpido en roca con una gran gema en uno de los ojos. Isar el enano no pudo evitar lanzarse a por ella, pero un descuido le hizo caer al foso y resultar herido. Una vez abajo, encontró otra gema en manos de un desafortnado cadaver de un ladrón de tumbas de hace tiempo. Intentó alcanzar esa gema, pero tampoco pudo bloqueado por las estacas. Finalmente, tuvo que pedir ayuda para que le subieran con una cuerda, aunque Goward se negó a colaborar.
Finalmente, Sirnias se convirtió en un águila y recuperó la gema del foso, aunque decidió quedarse con ella.
Prosiguieron su camino y finalmente llegaron a la sala donde descansaban las tres tumbas de los guardianes. Abrieron la tumba de Vaenar el Flagelante y se hicieron con la reliquia y dejaron las demás tumbas en pazo. Cuando pasaron a la siguiente sala, vieron que había un pozo con un ataúd de madera atado en el fondo, y rodeado de escorpiones blancos. Temerosos de lo que podría surgir de la caja, decidieron volver por donde había venido, aunque Sirnias no quedó conforme.
A la vuelta, avanzaron por un pasadizo inexplorado y se encontraron con el Otso, un feroz oso astado que les preguntó quiénes eran con una voz de ultratumba. Goward y Alanna, sin perder un instante, se lanzaron sobre él y el rátido logró cortarle la cabeza de un hachazo. Poseídos por un aura salvaje, no dudaron en devorar su corazón y bañarse en su sangre. Mientras tanto, Sirnias e Isar, ayudaron a tres aldeanos que habían sido capturados por la bestia, aunque se horrorizaron al descubrir que estaban comiendo su carne antes de preparar el ritual.
A los carnívoros pareció darle igual y les dejaron marchar y pasar la noche en la entrada de la cueva. Pero a la mañana siguiente, surgió la discordia. Isar insistía en marcharse, mientras que Goward y Alanna quería revisar las tumbas de los guardianes. Costras era el único que quería saquear la tumba de Namaroth. Todos menos el enano entraron de nuevo en la cueva. Una vez dentro, la discusión surgió de nuevo, y entonces Sirnias decidió usar su magia para "convencer" a sus compañeros...