
Hace pocos días me estrené como director de
Burning Wheel. Nunca antes había jugado aunque me lo había leído varias veces. Ya habíamos tenido una sesión generando el mundo (algo de lo que hablaré en otra ocasión) y medio creando los personajes, pero leí en demasiados sitios que era muuy recomendable jugar
La Espada (
The Sword: una aventura de demostración con personajes pregenerados) antes de iniciar una campaña. Y lo hice. Básicamente, la aventura es tan simple que sólo plantea a un grupo de aventureros frente a la espada mítica que llevan tiempo buscando. Sin más. Y dio para rato.
Eramos cuatro, así que el enano (sí, he olvidado todos los nombres así que este relato irá sin nombres propios) se quedó fuera de la aventura. Repartí las fichas, expliqué los rasgos y habilidades confusos y procedí a explicar la situación inicial. Luego mandé a los jugadores que leyeran las
Creencias de sus personajes y cuando acabaron pregunté: ¿Quién coge la espada?
El rátido se lanzó corriendo y el humano intentó placarle. Decidí iniciar un
Combate (posiblemente un error, porque hubiera bastado con una
Prueba Enfrentada de
Rapidez) y sucedieron 2 asaltos hasta que el rátido decidió huir por las cavernas.
Junto a la espada, el humano exigió el pago por sus servicios mientras el elfo se nombraba dueño de la espada. Tras un
Duelo de Intelectos, llegaron a un acuerdo. El elfo le daría su armadura si se quedaba la espada y el humano el protegía hasta llegar a la Ciudadela de los elfos. Mientras tanto, oían gritos e insultos por parte del rátido, escondido en los túneles.
Al volver al exterior, el rátido intentó robar la espada, pero se desencadenó otro
Combate en el que el elfo usó su arma familiar para acuchillar al rátido dos veces y dejarle tirado desangrándose hasta la muerte. Al final, de las cavernas sólo salieron un humano deshumanizado y un elfo sanguinario que habían logrado su objetivo.
"¡¿Pero a qué coste para sus almas?!"
Parece algo breve pero ocupó unas 3 horas y media de juego, ya que se sucedieron hasta 3 conflictos extendidos. Tuve que explicar las reglas básicas además de las de
Duelo de Intelectos,
Combate,
Armas y Armaduras y
Daño. Y el
Artha, claro.

En general fue divertido y sirvió para hacerse una idea del sistema, pero tuvo sus problemas.
En primer lugar, el juego no gustó demasiado a algunos jugadores. Lo consideran lento, y la partida fue una buena muestra de ello. Obviamente, que los cuatro estuvieramos aprendiendo las reglas influyó bastante. Pero tengo que pensar que utilizar tres conflictos extendidos en una sesión es demasiado. Y no sé si eso es bueno.
En segundo lugar, no me sabía las reglas. Hay demasiadas. En tu primera partida te sugieren que lo montes para que apenas tengas que usar Conflictos extendidos, quizá un uso de
Recursos o un
Duelo de Intelectos como mucho. Pero en
La Espada existen oportunidades para usarlos todos. Pasé demasiado tiempo mirando el manual y hasta uno de los jugadores sugirió que no volvieramos a jugar hasta que me aprendiera bien las reglas.
Al final, será determinante que cada jugador se aprenda una parte, ¿pero cómo haces eso con jugadores que no tienen los libros ni mucha soltura con el inglés? Glubs.
Y en tercer lugar, no hubo
Artha. Vale, es una extensión del segundo punto, pero merece señalarse por su importancia. Estaba tan ocupado con todo lo demás que ni me acordé de conceder ningún tipo de
Artha (aunque al menos sí se gastó
Artha para abrir tiradas y tal). Estoy pensando seriamente en hacer que sean los jugadores los que me pidan
Artha como recompensa cuando crean que lo merecen en lugar de estar yo pendiente de todo eso.
Afortunadamente, no todo fue mal.
Como digo, la partida fue entretenida. Nos divertimos y hubo piques y discusiones entre personajes.
Además, comprobé que el sistema es muy sólido. Cualquier situación se resolvía coherentemente y aunque hubo alguna discusión relacionado con el coste en acciones de algunas cosas dentro del Combate, todo funcionó bien. Siendo un grupo bastante tradicional, ya me había encontrado algún roce con algunas mecánicas poco detalladas de otros juegos, así que este nivel de detalle fue como una ráfaga de aire fresco para nosotros.
Y por último, pero no por ello menos importante, me sigue gustando mucho el juego. Admito no estar enamorado como parecen estar muchos seguidores de la Iglesia de Crane, y no creo que
Burning Wheel sea el juego definitivo, pero quiero dedicarme en cuerpo y alma a él. Explotarlo al máximo y disfrutar a tope.
Próximamente os hablaré de la campaña, dónde jugaremos y cuáles son nuestras espectativas.
¡Qué siga ardiendo la rueda!