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10 de abril de 2008

Al final, el infierno (y V)

Conclusiones

Me lo he pasado en grande jugando esta campaña de Unknown Armies. Como bien ha dicho Rubén, “todo lo que les pasa a los jugadores es malo”, y no puede ser más cierto.

El título de la campaña, Confía en mí, era para no variar, un engaño. El tema principal no trataba de la amistad puede arreglarlo todo (aunque sí era el tema secundario). El tema principal era la decandencia del ser humano. Todo el mundo puede ser malvado si se ve forzado a ello, y eso se ha ido viendo a lo largo de las sesiones. Imagino que la mayoría también podrá admitir que sus personajes se han vuelto peores personas con el tiempo. Y es que el Submundo Ocultista representa un lado terrible de la humanidad.

Con ese tema en mente, me permití engañar continuamente a los jugadores y presentar a muchos de los PNJs como traidores o canallas. La duda principal era ¿en quién puedes confiar?

También admito que en esta campaña he dedicado más esfuerzos a la historia que a los personajes, pero a la vez, les he dado más libertad que nunca. La mayoría de las aventuras no tenían un final prefijado, algo que anteriormente no era muy común en mis sesiones.

Con esta última aventura, Al final, el infierno, he querido juntar todos los conceptos que formaban la campaña, pero también quería hacer un final para la historia que habíamos creado. Para tratar los dos temas de la campaña: la amistad y la decadencia humana utilicé a Melissa para lo primero y a John Ming para lo segundo. Aunque no había establecido a esos dos personajes para ello (esta ha sido la aventura más abierta que he hecho nunca, al menos al diseñarla), sí que había previsto utilizar de alguna manera los PJs de los jugadores que no participaran en esta última aventura. Incluso me tomé la libertad de volver loco a uno de ellos, por el simple motivo de que la historia parecía dictarlo.

Así, aunque Huston e Irvin salvaron a Melissa a pesar de lo que pudieran pensar de ella, fueron testigos de cómo la locura convirtió a uno de sus mejores amigos en un egoísta despiadado.

Tampoco tenía predefinido que se abriera la Caja Toc-Toc, pero según avanzaba la partida, más lógico me parecía ese final apocalíptico. Es irónico pensar que en mi universo de UA, el terrorismo islámico jamás llegó a destruir las Torres Gemelas (ver Volar hacia el Cielo, la partida anterior), pero a cambio, se produjo un desastre aún mayor. Parece que el destino conduce a un futuro semejante en ambas realidades (la real y la de juego).

Por último, sí que quería jugar desde hace tiempo un epílogo junto con el personaje con el que comenzamos la campaña: ese sheriff misterioso, tan omnipotente y omnipresente como el mismo Dios, que ha seguido sus pasos y les ha recompensado con una cruel tarea por demostrar ser buenos o, al menos, humanos. Y eso no deja de ser una recompensa.

Lo que sucedió en realidad

9 de abril de 2008

Al final, el infierno (IV)

Epílogo

La ciudad se ha recuperado, pero hay un estado de sitio, el ejército patrulla las calles y las fronteras se han amurallado ante el “ataque terrorista biológico” que sufrió Nueva York. La gente es más triste, más silenciosa, más lúgubre. El Submundo Ocultista de NY ha desaparecido por completo. Los susurros sobre los Durmientes comienzan a circular.

Huston y Bob continúan trabajando para la Nueva Inquisición. Su jefe, Alex Abel, es fácil de temer y admirar. No parece malvado aunque es el máximo exponente de “el fin justifica los medios”. Huston, en calidad de adepto, tiene altas posibilidades de ascender. Bob, tiene muchas víctimas que matar. Por el momento, están asignados a la investigación del paradero de la Ascensión de la Magdalena, aunque nunca encontrarán nada. Y mejor así, porque no hay nadie mejor que los Caballeros del Grial para proteger el cuadro.

Irvin se ha ido gastando sus ahorros en viajar por todo el globo. Dentro de un tiempo, una depresión producida por el síndrome del superviviente le hará visitar a un psiquiatra que le internará en un centro de salud mental. Saldrá al cabo de tres meses, cuerdo y sano para empezar desde cero.

John Ming ha desaparecido del mapa. No han encontrado su cuerpo, pero tampoco nadie le ha visto con vida. Lo que es seguro es que después del incidente consiguió una deliciosa Carga Mayor y Dios sabe qué hizo con ella.

Melissa abandonó la Secta de la Diosa Desnuda y trabaja de camarera en un bar de carretera. Con el tiempo, volverá al redil de la pornomancia.

Leonard sigue en NY. Ha ayudado a reconstruir la ciudad y se siente feliz ayudando a la gente. Es de los pocos que no han perdido la esperanza.

Pero cuatro meses del incidente, el grupo de amigos se vuelve a reunir en casa de Irvin y reciben una extraña visita. Primero aparece la familia de Barney Kubicky, el dipsomante amigable, con señales de haber sido maltratados. Luego aparece el propio Barney, borracho e irascible. Finalmente, una última persona aparece: el Sheriff Ragoczy (número de placa 333).

Sí, es el mismo sheriff que conocieron en su primera aventura juntos, en un cruce de carreteras dónde vivieron unas extrañas experiencias junto a un tal Bill Toge.

Tras convertir a la familia Kubicky en montones de basura y asegurar que nunca habían existido, dice que les ha estado observando y que tienen que hacer una tarea por él: si alguna vez Ragoczy (que se ha presentado como el primer hombre y se supone que el último) intenta destruir el mundo, ellos tendrán que realizar un ritual (que consiste en que una persona debe recitar unas palabras y asesinar con un cuchillo a otra, todo de forma voluntaria).

Luego, el sheriff se va.

Por si alguien se interesa en investigarlo, Ragoczy es uno de los pseudónimos por los que se conoció al Conde de Saint-Germaine.

8 de abril de 2008

Al final, el infierno (III)

Lo que pasó en realidad

Alrededor de los artefactos suceden cosas paranormales. Es un hecho. El robo de tantos artefactos poderosos en la casa de Silverhand provocó la aparición de algunos demonios en la ciudad. Casualmente, tres de esos demonios eran tanatomantes, y decidieron unirse para invocar a más demonios en sociedad y atándoles a personas e incluso a cadáveres. En una semana, dos docenas de demonios estaban ocupando cuerpos ajenos.

Mientras Medianoche y Huston era fichados por la NI de forma fácil en vista del poco cuidado que tuvieron con los delitos que cometieron, John Ming recibió la última visita de su maestro, que antes de morir en manos de los tanatomantes le recriminó que nunca conseguiría nada como urbanomante. Aquello marcó sus últimos fallos en los demenmómetros de Violencia e Impotencia y se volvió loco y huyó en busca de ayuda.

Tras acabar con los tanatomantes con la ayuda de sus amigos John Huston e Irving y deshacerse de la amenaza de Madame Bianca, que les había encontrado a través de las premoniciones pornománticas, Ming vio en la caja su última oportunidad. Por supuesto, no pensó en sus amigos, ni en su familia, ni en el bienestar de la ciudad que tanto amaba. Las últimas palabras de su maestro resonaban en su cabeza con tanta fuerza que no oía nada más. Él era mejor que su maestro, él podía cambiar la ciudad. Y abrió la caja. Y llegó el infierno.

7 de abril de 2008

Al final, el infierno (II)

Lo que pasó durante la sesión


Mientras Bob Medianoche y John Huston se desembarazaban de los artefactos en el Encuentro del Intercambio, Irvin McGee y John Ming sobrevivían en una ciudad algo enrarecida. El propio Irvin fue a visitar a Leonard a un enloquecido hospital, donde el joven escultor le contó la verdad sobre Melissa y que se había enamorado de Irvin.

Mientras Bob y Huston eran reclutados a una organización privada llamada la Nueva Inquisición, Irvin y Ming descendían a investigar algo extraño que les sucedía a los mendigos del subsuelo de la ciudad. Antes de que se diesen cuenta, cuatro mendigos que se llevaban secuestrado a un joven les atacaron, dejando inconsciente a Irvin y capturando a Ming.

Tras aprender algunas directivas de la NI, Huston tuvo que viajar a Nueva York a investigar “extraños sucesos que estaban sucediendo allí”.
Cuando Huston e Irvin se encontraron, decidieron bajar al subsuelo para descubrir a un trío de adoradores de la Muerte, que habían creado un culto con cadáveres y mendigos. Con ayuda de un extraño sacerdote europeo usaron la Caja Toc-Toc, un poderoso artefacto capaz de atrapar demonios (espíritus), desmantelaron el culto.
Al salir de lo canales subterráneos se encontraron con Melissa, Madame Bianca y su golem guardaespaldas Kurt. El conflicto no pudo evitarse y Bianca acabó muerta y Kurt atrapado junto a su cadáver tras escuchar la última orden de la mujer: “Protégeme”.

Lamentablemente, la cosa no había acabado aquí. Ming había conseguido hacerse con la Caja Toc-Toc y, enloquecido, pensó que abrirla sería la única forma de hacer que él cambiase la ciudad, pues todos los demonios se escaparían de la caja al abrila. Y a pesar de los esfuerzos de Irvin y Huston, así fue. Protegidos por un precinto demoníaco, Irvin y Huston fueron las únicas personas que sobrevivieron a la posesión masiva. Toda Nueva York y alrededores se vio poseída por millones de espíritus cabreados que llevaban siglos atrapados en una pequeña caja de madera. Los dos PJs, junto a una afectada Melissa, huyeron del desastre.

Con el tiempo, Huston le dio la caja a la Nueva Inquisición, que logró solucionar el desastre, aunque la Caja Toc-Toc se perdió y centenares de personas murieron en los disturbios.

6 de abril de 2008

Al final, el infierno (I)

Fragmento del Telenoticias del Canal 2
Fecha: 27/01/2001 20:32

El caos se ha adueñado de la ciudad de Nueva York, los disturbios se producen sin doquier desde la medianoche de anteayer. Nadie sabe qué ha pasado, pero parece que todo hombre, mujer y niño de la ciudad ha enloquecido. Nadie sabe qué está pasando, pero la situación todavía parece lejos de solucionarse.

El ejército ha empezado a controlar Newark, Staten Island y Yonkers, dónde estamos situados, pero el centro de Manhattan, sigue siendo un auténtico infierno. Como pueden ver, las calles están repletas de coches destrozados y los operativos médicos se están llevando a las últimas personas muertas mientras que el ejército se encarga de los afectados que siguen con vida, trasladándoles a centros psiquiátricos de los suburbios.


Las autoridades aún no han hablado con la prensa y las especulaciones sobre las causas de este horrible suceso se acumulan. ¿Esquizofrenia colectiva, drogas en el agua, el Apocalipsis? Walter Mulligan, líder de la Iglesia del Padre del Amor, ha afirmado que este acontecimiento es un castigo de Dios por los pecados de los neoyorquinos.

… Humm… nos comunican que hace una hora, una patrulla ha encontrado un edificio en el Bronx habitado por varias personas sin síntomas de la locura común en el resto de neoyorquinos. Suponemos que habráan sido trasladados al campamento de Garfield, pero esto supone un pequeño rayo de esperanza en este desastre sin precedentes.

Devolvemos la conexión, Jim.