para que le dejara en paz, pero lo único que recibió fue un golpe del temible látigo de puntas de acero del esclavista y no pudo sino salir huyendo aterrorizado.
Una vez dentro de la cabaña del jefe, éste intentó convencerle de que desistiese de su intento de rebelión, pero al fracasar intentó expulsarle del poblado. Lamentablemente, fuera de la cabaña, Cótalo volvió a dirigirse al pueblo genterrata y tomó el mando, en parte gracias al apoyo de Otor. Mañana reclamaremos nuestros derechos, aseguró el instruído genterrata antes de dormir.
Al día siguiente, Nosy y Yan-Ra decidieron volver a colarse en la plantación para descubrir qué misterio se ocultaba tras los rituales del pantano que tenían lugar por la noche. Los hados no estaban con ellos, y volvieron a ser descubiertos mientras entraban en la plantación, pero esta vez fue el goblin quién fue capturado y llevado ante Karlo Quennel, quien (gracias a las labores de traducción de su esclava personal khaleana, Isolde) le interrogo sobre lo que sabía sobre los negros rituales del pantano. Tal era el estado de ebriedad del comerciante ammenita que no solo no le sonsacó nada, sino que le confesó que él estaba detrás de esos rituales y además, le liberó y le concedió el favor de que Isolde le acompañara como traductora.
En ese instante, a las afueras del campamento genterrata, el maestro esclavista y media docena de guardias fueron a buscar a los esclavos para su labor diaria. Como habían planeado previamente, rodearon a Goren y le exigieron ver a Karlo Quennel. El esclavista sacó su temible látigo, pero la determinación de la genterrata fue superior, superaron su miedo y pusieron rumbo al palacio de Karlo.
Algo después, Nosy salía con Isolde, camino del poblado de Khale para desentramar el misterio del pantano, pero se encontraron con un decidido ejército de genterratas que exigían ver al señor de la plantación. Poco después, Karlo aparecía en la terraza del palacio, rodeado de guardias, molesto y atrevido. Las exigencias de paga y derechos por parte de Cótalo no tenían sentido para él y decidió iniciar una violenta batalla. En ella, Cótalo fue capaz de llegar hasta el noble comerciante y obligarle a rendirse, Otor demostró su sed de sangre, destrozando a un guardia, a pesar de las heridas sufridas y Nosy logró evitar que un genterrata enloquecido acabara con la vida de la joven Isolde.
Ahora, mientras Yan-Ra y Nosy intentan devolver la cordura a los afectados khaleanos para que puedan disfrutar de su libertad, en el palacio Quennel van a comenzar las negociaciones entre esclavos (representados por Otor y Cótalo) y Karlo.
Imágenes (c) Antti Raatikainen