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21 de mayo de 2014

Videojuegos y rol

Últimamente he jugado a cuatro juegos de PC que me han hecho explotar el cerebro como quién no quiere la cosa. Son juegos experimentales, indies si se me permite la palabrota, que pueden dar mucho que pensar a alguien que esté interesado en el diseño de juego, tanto de videojuegos como de juegos de rol, porque cada vez creo que ambos formatos tienen más cosas en común de lo que parece.

Como digo, mi cerebro ha explotado hace poco, así que si lo que escribo aquí no tiene mucho sentido tampoco me lo tengáis en cuenta. Será consecuencia de escribir ideas sin terminar de cocinarlas.



1. Gone Home. este juego, de The Fullbright Company, se presenta como un juego de exploración en primera persona. Esta compañía surgió durante el desarrollo de Bioshock y conserva gran parte de su filosofía. Pero este juego es mucho más tranquilo y sencillo en apariencia.

En Gone Home el jugador se pone en la piel de Kaitlin, una estudiante de "Erasmus" que vuelve a casa de sus padres por sorpresa, en mitad de una noche de tormenta terrible, y se encuentra con que no hay nadie en casa.

El jugador tiene la oportunidad de explorar la casa hasta el más mínimo detalle, para descubrir qué ha pasado en su hogar durante el tiempo que ha pasado de viaje por europa. Kaitlin apenas puede hacer nada más que explorar y leer documentos, pero  ya sólo eso crea no solo, una historia sino varias, que poco a poco se van desarrollando según descubres más documentos. De estas historias, hay una principal, que es la de tu hermana, que incluye algunas narraciones de audio correspondientes a entradas de su diario.

Creo que el ambiente de Gone Home es asombroso y lleno de matices, y aunque podría parecer que tiene una parte algo engañosa, yo creo que es magnífico.

A efectos de rol, yo diría que me recuerda a esas clásicas partidas de misterio en las que el director se ha preparado efectos de sonido, con documentos envejecidos y fotos misteriosas. es uno de esos ejemplos en el que el continente gana al contenido. no digo que la trama no sea interesante. Es muy posible que lo sea, pero lo que recuerdas es el susto que te diste cuando oísteis el aullido o la inmersión en el personaje que sentiste traduciendo el pergamino a la luz de las velas.



2. To The Moon. Esta aventura gráfica de Freebird Games es un experimento precioso de verdad. Con una apariencia retro, surgida por haber sido desarrollado con el RPGMaker, lo precioso del juego son sus diálogos ingeniosos y momentos emotivos. Al igual que muchos story games que sufren ataques de "esto no es un juego de rol", To The Moon suele calificarse como experiencia lúdica porque "no es un videojuego" (curiosamente por un motivo totalmente distinto). Tecnicismos al margen, es cierto que el jugador de To The Moon tiene poco que hacer. Si bien existen algunos puzzles algo repetitivos, la mayor parte del tiempo, el jugador simplemente recorre localizaciones activando eventos. Lo interesante de aquí es la historia tan conmovedora que cuenta. Aunque en el caso de todos estos juegos, hacer spoilers debería pecado, puedo decir que me recordó a la película "Olvídate de mí" ("The Eternal Sunshine of the Spotless Mind"). Y me encantó.

La referencia a los juegos de rol es clara. To The Moon es el ejemplo más claro de encarrilamiento que he visto en mi vida. Aunque todos los vieojuegos los son, en este es evidente. Sólo puedes avanzar si haces exactamente lo que se ha planeado en la historia. Y de vez en cuando te ponen un puzzle para entretenerte. ¿A alguien le suena esto de algo?

A decir verdad, estoy algo confuso porque soy un verdadero detractor del rail-roading (algo que me frustra mucho cuando juego) y este juego me ha gustado mucho. ¿Sería que me gustó tanto la historia que la constricción narrativa me empezó a dar igual? ¿Y no puede ser igual en el rol? ¿No podría encontrarme con un director con una creatividad tal que sus "intrigas palaciegas en las que mi PJ no puede intervenir para nada mientras estas ocupan toda la campaña" superen el malestar del encarrilamiento? Pues, tras mucho meditarlo, creo que no. No creo que pueda compensar. Sobre todo, porque hablamos de medios distintos y, por lo tanto, pretensiones distintas. Tampoco me voy a cabrear porque una película no tenga en cuenta mis deseos, ¿no? :o)



3. Minecraft. El juego de romper y crear bloques. Poco puedo añadir sobre el sandbox de los videojuegos por definición. Un juego en el que en su modalidad más popular, el Creativo, concede al jugador libertad total para interactuar con su entorno y construir todo lo que quiera o pueda. ¿Qué tontería, no? Pues juega y me cuentas.

¿Y respecto al rol? Pues que la palabra sandbox no os engañe. Podríamos relacionarlo con ello, pero en un juego de rol, el sandbox es algo ligeramente distinto. Tiene un setting definido y una premisa. En mi opinión, Minecraft es el story-game puro, una suerte de Universalis donde puedes hacer de todo. ¿Entonces aseguras, oh, loco, que un sandbox y un story game tiene muchas cosas en común? ¿Old-school y juegos indies similares? Pues sí que lo afirmo, sí.



4. The Stanley Parable. Si los juegos anteriores eran curiosos, este se lleva la palma. The Stanley Parable es una aventura conversacional en primera persona basada en el motor Valve (el de Half Life). El protagonista de la historia es Stanley, un trabajador cuya labor es pulsar teclas sobre un teclado durante todo el día. Y por increíble que parezca, Stanley es feliz con su trabajo. Pero de repente, un día, Stanley se da cuenta de que ninguno de sus compañeros ha acudido a trabajar. Como dice la voz del narrador, "algo ha cambiado".

No voy a decir nada más sobre el argumento del juego (de hecho, creo que he dicho demasiado), pero The Stanley Parable es un juego divertidísimo que sabe aprovechar al máximo el concepto de metajuego. Juega con los límites de los videojuegos, con sus ideas preconcebidas y con las posibilidades inexploradas. Me resulta imposible decir nada más que juégalo. Merece cada uno de los 15 dólares que vale en Steam.

Toda la idea del juego es perfectamente trasladable al diseño de juegos de rol. Sobre todo si te interesa dar un paso adelante en el tema. ¿Qué vacas sagradas son realmente sagradas? ¿Qué cosas asumimos como básicas en un juego de rol y no lo son en realidad? ¿Por qué jugamos a todo esto en realidad? ¿Y qué es lo que hacemos realmente? Dudas que pueden parecer filosóficas, pero no lo son tanto, y en las que que deberíamos ahondar más a menudo.

En fin, me voy a jugar otra vez al Stanley Parable, a ver qué pasa.

17 de enero de 2009

Pasion bélica

Ayer pude ver, por fin, Enemigo a las Puertas, un peliculón ambientado en la batalla de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial. Si quitamos la trama romanticona hubiera quedado una peli para enmarcar, pero incluso con Rachel Weistz, la cinta es tremenda. Su primera media hora es tremenda y ya es mítica.

Y no sólo eso, sino que he empezado a jugar al Medal of Honor: Pacific Assault en espera de poder hacerme con el Call of Duty 5 (y ver si me vale). No es ninguna maravilla y los años le han pasado factura, pero nada de eso elimina la pasión que estoy sintiendo por el género bélico.

Tengo en la recámara El Día Más Largo, Stalingrado y Los Violentos de Kelly. ¿Alguna otra recomendación?

Y estoy flipado con el Conflict of Heroes. Aún no he podido estrenarlo per se, pero he jugado un par de partidas en solitario (otro día hablaremos del tema) y me ha gustado mucho. Creo que tiene el nivel de complejidad suficiente como para ser un reto, pero no tanto como para tener que tener tantas reglas en la cabeza que olvides que esto es para divertirse. Y la verdad es que los escenarios son tan variados que no creo que vaya a cansarme de ellos en mucho tiempo.

Nada más por el momento.

24 de julio de 2008

Best.PSP.Videogame.Ever

He jugado a un buen montón de videojuegos de PSP últimamente. Con diferencia, los que más me han gustado han sido los que me gusta denominar absurdos. Estos son LocoRoco, Me & My Katamari y Patapon.

En LocoRoco tú eres una bola amarilla que crece cuando come fruta, rueda, salta, rebota e intenta impedir que unos bichos negros conquistes su mundo. Tú tomas el control del propio mundo y los controles son los botones L y R, que te permiten inclinar el mundo a la izquierda y a la derecha respectivamente, y el círculo, que te permite dividir al bicho en bichitos más pequeños para que puedan pasar por lugar estrechos y demás. Eso y una de las mejores bandas sonoras que he escuchado le hace uno de los juegos más enrriquecedores, a pesar de su evidente inocencia.

En Me & My Katamari tomas el papel de Príncipe, hijo del Rey de Todas las Cosas, que tiene la misión de construir un montón de islas para los animales que se lo piden. ¿Cómo? Pues evidentemente, con una esfera adhesiva llamada Katamari a la que se va pegando todos los objetos que se encuentra al empujarla (que empiezan siendo galletas y lápices pero acabas pegando personas vacas y hasta edificios!), incrementando su tamaño hasta alcanzar uno determinado. Lo cierto es que los controles son algo ortopédicos, pero es una gozada y los diálogos es puro surrealismo nipón.

Patapón trata de una tribu de seres compuestos por un ojo y cuatro palitos a modo de extremidades que tienen la misión de llegar al fin del mundo. Para eso, tú, el Ser Supremo, les guiarás a través de diferentes escenarios mediante ritmos de tambor. Cada uno de los botones es un sonido diferente y según la melodía que toques, los patapones harán una cosa u otra (desde avanzar hasta atacar o defenderse). Con unas simplistas animaciones divertidísimas y una música animada, te asegura un buen rato de diversión. Eso sí, requiere algo de sentido del ritmo, pero yo que casi no tengo, lo he disfrutado hasta niveles inimaginables. Una gozada.

¡Esto... es... Absurdo!

Bueno, vale ya de moñadas. He dicho que estos han sido los juegos que más me han gustado. Pero eso ha sido antes de conocer el God Of War. Este juego es, directamente, Dios. Los gráficos son tremendos, la música acorde y el manejo soberbio. Para muestra, un botón; los cinco primeros minutos de juego:
Tras un video molón, tomas el control del prota, Kratos el Fantasma de Esparta (ajur! ajur!) y te cepillas unos cuantos persas. Vas a abrir una puerta, cuando un ogro de tres metros te da un susto. Ah, es verdad, recuerdas. Que este juego va de luchar contra monstruos enormes. Cuando te preparas para luchar, aparece otro bicho gigantesco y se come al ogro. Joooder... Una lucha molona con algunos minijuegos. Sigues por el enorme escenario y te enfrentas al líder persa. Otro combate guay. Te cansas y le aplastas la cabeza con una caja. Examinas la habitación contigüa y ves a dos gemelas desnudas invitándote a entrar. ¿Y qué haces? Efectivamente. Te las tiras mediante otro minijuego. Con dos cojones.

Un juego como Dios manda. Coñoya.

7 de mayo de 2008

Freedom Force vs. the Third Reich

Continuando con la temática de superhéroes que llevo, quiero escribir sobre uno de los juegos con los que más he disfrutado últimamente. Se trata de la continuación del videojuego Freedom Force (2002), títulado Freedom Force versus The Third Reich.


Para aquellos que no conozcan el juego original, diré que es un juego de estilo "rpg" en el que el jugador lleva a un equipo de superhéroes y debe enfrentarse a los diferentes peligros que amenazan Patriot City, una ficticia ciudad norteamericana ambientada en los años 60. El grupo Freedom Force está compuesto por superhéroes inocentes, puros y con los sencillos problemas que les caracterizan. El videojuego tiene una marcada estética de cómic y está repleta de secuencias entre aventuras compuestas por viñetas de cómic que parecen dibujadas por Jack Kirby, llenas de pasión y emoción.


Aunque el juego tiene sus años, no se nota demasiado su envejecimiento, pues su estética sigue siendo perfectamente válida. La principal desventaja del juego es que, aunque el original tiene una duración aceptable, su expansión es extremadamente corto y las ganas de más son inevitables.

El control de los personajes es bastante simple, y con ayuda del botón de pausa, podrás organizar a tu superequipo para que ataquen al enemigo de la forma más efectiva, ya que cada uno, tanto héroes como villanos, tiene sus fortalezas y debilidades.


Los protagonistas son héroes icónicos clásicos: el líder, el velocista, la chica guapa con poderes no-físicos, el acorazado... Se merece una mención especial El Diablo (en español en el original), un pandillero hispano que adquiere el poder de volar y la piroquinesis. Sus exclamaciones de "Madre de Dios!" siempre me arrancan una sonrisa.

Un videojuego perfecto para los nostálgicos de los viejos cómics de superhéroes con aventuras pulp y diversión.

24 de abril de 2008

Infinity the Game

Todo comenzó con un videojuego llamado Warhammer 40.000 Dawn of War: Dark Heresy. Yo había sido un jugador bastante aficionado al 40K y poder volver a jugar con mi horda de orkos reactivó una chispa olvidada tiempo atrás: los juegos de miniaturas.


Los juegos de miniaturas son, sin lugar a dudas, uno de los mayores sacacuartos del frikismo y los juegos de Games Workshop acabaron haciéndome desistir debido a su constante aumento de precios y la incomprensibilidad de sus reglas, que han ayudado a que una batalla amistosa se convierta en una hora de discusiones sin sentido. Sin embargo, el juego lo dejamos por dejadez, creo yo. Cambió la edición y no nos esforzamos demasiado en adaptarnos, pero tampoco permanecimos en la edición anterior; simplemente, lo dejamos.

Sin embargo, según avanzaba en mi campaña del Dawn of War, más ganas tenía de comandar de nuevo mis tropas. Al final, recordé que algunos de amigos ludópatas habían hablado de un juego nuevo llamado Infinity the Game. Hablaban de escaramuzas, de hackear robots, de camuflajes termoópticos... todo era atrayente, pero en ese momento no tenía la intención ni la moral de comenzar un nuevo juego de minis. Eso había cambiado.


Sin dudarlo, y tras informarme con un par de visitas a la página oficial y unos correos a mis expertos colegas, me decidí por tomar el control de un escuadrón de nómadas que sembrarán el caos entre los ejércitos enemigos. Tengo que admitir que lo he pillado con ganas y no sé cuánto me durará (porque si empieza muy fuerte puede acabar igual de rápido), pero de momento estoy disfrutando de lo lindo retomando el hobby de la pintura.


Y el juego, en teoría (porque aún no lo he probado) tiene muy buena pinta. Las batallas pueden estar formadas por una decena (y no cientas) de miniaturas, las reglas son sorprendentes y parecen rápidas y concisas. A ver si lo pruebo este fin de semana y lo critico a gusto.